Al rededor de esa mesa que todavía no tengo están sentados ya muchos invitados. Es una mesa redonda y está llena de comida que hace hablar y reir. Esa mesa es el centro de una casa que todavía no existe. Una casa con ventanas que abrazan el sol, ese sol que en esta noche es abrazado por otros.
Esa casa está llena de libreros para guardar libros que ya existen, libros leídos por mis ojos, libros deseosos de hablarle a otros corazones.
Los invitados que están sentados al rededor de la mesa hablan de su presente que hoy es futuro. Mezclan risa con llanto, porque ya crecieron, porque ya vivieron, porque han formulado nuevas preguntas que ahora sólo existen como respuesta. Yo los oigo y los quiero. Los veo y pienso en ahora, que ahí es pasado y aquí es presente. Y las anécdotas se confunden de año, pues los años son sólo números, ni falsos ni verdaderos, ni buenos ni malos, sólo números para retar al tiempo.
Al rededor de esa mesa que todavía no tengo están sentados los otros soñadores de este sueño que hoy si existe. Ellos me ayudan a soñarlo, y por eso los invito a la fiesta.
Sunday, January 11, 2009
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7 comments:
Me encantó el texto y espero compartir esa mesa y el camino para llegar a ella tal y como la describes!! Va un abrazo querida Beatriz...
Padrísimo, More, tu texto, que siento también mío -la poesía es también de quien la lee ¿no? Me encanta compartir esos sueños en busca de la Isla Desconocida. Te quiero More. Mil besos.
"El tiempo no está fuera de nosotros, ni es algo que pasa frente a nuestros ojos como las manecillas del reloj: nosotros somos el tiempo y no son los años sino nosotros los que pasamos", escribió Octavio Paz al abordar "El ritmo", en "El poema", en -finalmente- "El arco y la lira" (1956), del cual el Fondo de Cultura Económica ha realizado una extraordinaria edición facsimilar conmemorativa por el 50 aniversario de haber visto las prensas (2006)... el mismo que todavía no leo, pero del que conocía la cita, que apunté en un papelito, que copié de algún letrero que estaba en no sé dónde, un día del año pasado que fuimos. Mismo papelito que apenas hace unos días reencontré y que hoy no pude hallar. Pero recordando algunas de las palabras, y al autor, hurgué en la Internet, descubriendo su precisa ubicación entre comillas, remitiéndome al final, al principio de todo: su libro que descansa en el librero a mis espaldas, esperando que se lleguen los días y las naranjas, en que habrá que leerlo, y dejar los vasos en la mesa. Las frutas ponchadas a un lado. Y el jugo adentro del uno que somos.
Curioso, que somos es capicúa. Y no es número.
Gracias por tu texto.
- M.
Gracias por los comentarios Martha, Manuel, Marco.
Marco: nadie más podría escribir un comentario como el tuyo, antes de ver tu nombre firmando ya sabía que era tuyo el texto. Gracias por escribir, me encanta leerte.
Sí.
Esa es la palabra que me dejas al final del texto.
Sí y sí, con acentos, sin condiciones.
Formidable modo de compartir un pedacito de tus alientos literarios.
Gracias por el post Bety.
Feliz año.
Que todo te marche.
Un abrazo.
No hay manera de recrear un mañana sin haberlo sentido hoy. Yo también lo viví,y por eso sé que también estaré ahí.
Que bonito, fascinante y reflexivo a la vez. Muchos saludos.
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